Este texto fue tomado de la revista Circo n.006. El texto de los arquitectos Juan Carlos Sancho y Sol Madridejos aborda el concepto del espacio desde una interpretación contemporánea y testimonia con un modo concebir y proyectar arquitectura. El modo en que son relacionados y comprendidos los conceptos de espacio y forma así como vacío y límite, tienen un paralelo con el modo que se los estudia en el taller. Por esta razón, se trata de un texto de mucha utilidad para entender desde donde están planteados los ejercicios de la cátedra.
El objetivo de este artículo es adaptar el contenido de la publicación para facilitarlo a un o una iniciante en arquitectura. Se tomaron fragmentos representativos para explicarlos al paso del relato y también hemos agregado enlaces y referencias visuales y auditivas para su mejor comprensión.
La paradoja del vacío
Sorprendentemente no son muchos los escritos de pensadores que hayan abordado directa y profundamente el tema del espacio desde un punto de vista arquitectónico. Y la mayoría de los que han sido planteados, han estado rodeados de cierta incertidumbre, y en ocasiones, de polémica. Pero, excepcionalmente, surgen textos que, con sigilo, se afianzan y se convierten en verdaderos puntos de referencia, instigadores, a posteriori, de la actividad arquitectónica. Algo de esto ocurre con Die Kunst und der Raum (El Arte y el Espacio), un pequeño y renovador texto sobre el sentido del espacio de M. Heidegger [filósofo], publicado en 1.969, con siete litografías de Chillida [escultor].
[…] En Die Kunst und der Raum, Heidegger nos adentra, aunque genéricamente, en tres estados del espacio:
1. El espacio dentro del cual la presencia plástica puede ser entendida como un objeto
2. El espacio que rodea los volúmenes de las formas (figuras)
3. El espacio existente como vacío entre volúmenes.
Los autores toman el pensamiento filosófico de Martin Heidegger sobre el espacio y la obra y el pensamiento de Eduardo Chillida para elaborar sobre un concepto del espacio. Se habla de tres estados del espacio refiriéndose a tres modos en los que se podría pensar cómo interactúan espacio y forma. En cada uno de los tres estados se infiere que no se puede pensar espacio y forma abstractamente. Es decir, no se pueden pensar por separado. Tanto uno como el otro son parte de un fenómeno concreto; de una sola cosa.
En la figura 1 se representa la noción del primer estado del espacio. La escultura es el límite de un vacío sin forma y sin embargo este último puede ser entendido como una presencia plástica. El esquema (c) ilustra una interpretación del aquel espacio como si tuviese que ser definido en una volumetría.
La figura 2 ilustra el espacio que rodea a la forma presentando por un lado (a) el modo concreto en que se relaciona espacio y forma. En (b) se trata de una abstracción de aquel fenómeno y el esquema muestra solamente el espacio que rodea la forma. En este caso, esta única cosa hecha de forma y espacio, este fenómeno, es la escultura de la imagen. Sin embargo, la arquitectura también puede ser pensada como un fenómeno concreto de espacio y forma.
Finalmente, la figura 3 representa ese vacío entre volúmenes que habla el tercer estado del espacio. Se presenta en (a) la escultura como una entidad de espacio y forma concreta mientras que en (b) y (c) abstracciones de las formas aisladas de su espacio [en (b)] y el espacio sin las formas [en (c)].
Chillida, en paralelo con Heidegger, retoma abiertamente este mismo modelo y sitúa su espacio escultórico en un lugar común:
“No hablo del espacio que esta fuera de la forma, que rodea al volumen, y en el cual viven las formas, sino que hablo del espacio que las formas crean, que vive en ellas y que es tanto más activo cuanto más oculto actúa”.
[…] “[Este espacio] pone en movimiento la materia que lo configura, determina sus proporciones, mide y ordena sus ritmos”
Podemos encontrarle un sentido a esta concepción del espacio tomando por ejemplo el espacio del Centro porteño, sobre todo pensando en el espacio de la Diagonal Norte. Si consideramos la altura y organización de las fachadas de los edificios a los costados de la avenida, podemos distinguir en cada uno la continuidad de un ritmo, de medidas y proporciones.
Es en este sentido que se puede entender la determinación de la materia desde el espacio. Si entendemos que primero estuvo la necesidad de un espacio que represente el centro financiero de la ciudad, que evoque valores como el orden, poder y riqueza, valores con los que se quiere poner en relación este lugar, entonces podemos entender porque los edificios siguen una misma organización. Cada edificio por su proporción, con sus grandes dimensiones habla de grandeza; por su regularidad, de orden. Así mismo, la ornamentación en cada edificio habla de riqueza. Es más acertado pensar que el espacio puso en movimiento las formas de los edificios que al revés.
[…] Pero ahora Chillida, con ese mismo sentido, invierte sorprendentemente la dirección, cambia los términos: ahora es el espacio el que pone en movimiento la materia y no a la inversa […] Así, es el espacio el que concede los atributos de orden y proporción a la materia; el que determina la cualidad de la forma.
[…] Innegablemente esta posición nos coloca en otro punto de partida: el que la forma vaya determinada por el espacio y no a la inversa, nos trae el rumor de Debussy, cuando afirmaba que:
“La música no esta en las notas, esta entre las notas”.
Los autores ponen en relación el pensamiento de Chillida con el de Heidegger y dejan manifiesto que, tanto uno como otro, reconoce que la relación entre el espacio y la forma son un fenómeno. Como dijimos anteriormente este fenómeno es la obra de arte; sea arquitectura o escultura. Sin embargo, Chillida añade un rasgo distintivo al concepto de espacio: la capacidad de poner en movimiento la materia; de modificarla.
Los autores comparan este nuevo protagonismo del espacio en la escultura y la arquitectura con el del espacio manifiesto en los silencios de las composiciones de Claude Debussy. La siguiente es Claire de lune, una de las más populares de Debussy. Se aprecia claramente el modo en que los espacios de silencio operan en el sonido para darle un ritmo. En definitiva, revela que los silencios son tan protagónicos para esta composición como las notas mismas.
Continua:
Por otra parte, una segunda reflexión nos introduce en el siguiente párrafo, casi al final del texto citado de Heidegger:
“La forma tiene lugar dentro de una delimitación, que es la inclusión y la exclusión en relación con un límite…
Por este hecho, el espacio entra en juego […]”.
En este pasaje de Heidegger, se pone en discusión el límite de la forma. Es decir, aquello que incluye y excluye espacio. Pero en este ‘juego’ de inclusión y exclusión, ya tiene que existir anteriormente un espacio al que aplicar estas operaciones. Este espacio a priori, es decir, que existía anteriormente a la forma y al límite, es el vacío. Es así que se podría decir que cuando se limita el vacío se hace forma y espacio. Siguiendo con la analogía de Debussy, el límite para la música serían los tiempos y las notas la forma.
Elaborando sobre la idea del vacío como un espacio a priori, dicen:
[…] Esto nos lleva directamente al espacio arquitectónico, en donde nos adentramos otra vez en este complejo pero provocador concepto: el del vacío. Jacques Dupin ya plantea que “el vacío no es la nada, sino la matriz del espacio. No se define más que por lo que excluye o ignora”. De este modo, y volviendo a lo sugerido por Debussy, el vacío viene a corresponder con esa emocionante potencialidad inicial que existe entre dos notas, entre dos sonidos; desde el silencio tenso hasta la plenitud sonora.
Desde este punto, el vacío se convierte en la matriz del espacio, el que pasa a configurar ese espacio manipulando las formas. Surge así un entendimiento del vacío como un espacio apriorístico y potencial; ahora el espacio es un vacío que se deja capturar, en tensión, en silencio, invadido o excluido por las formas y cualificado por la luz. Al construir con ese vacío se aprehende [i.e.: se toma], se conforman, se hacen realidad los volúmenes, los objetos y el espacio que por ellos se genera, un espacio vivo bajo la luz. El vacío necesita de la forma, “llama a la forma”, para generar espacio. Podríamos afirmar entonces que se entiende el espacio como algo definido, generado, que surge del enfrentamiento entre este vacío y la forma.
[…] Porque de esta manera emerge la presencia del vacío construido como esencia del entendimiento del espacio, que expresa y pone en movimiento los objetos que contiene, y que revela, asume, ordena y determina todos los atributos del espacio arquitectónico, como son: la proporción, la medida, el ritmo, la armonía, la escala, el movimiento o la monumentalidad […] Ahora la forma y el espacio, en arquitectura, no tienen mas sentido que como respuesta a este enfrentamiento con el vacío. Sin este entendimiento las formas se vuelven conectores formales carentes de contenido, (así, entretenerse en intentar hacer arquitectura desde la forma lleva irremediablemente a formalismos inútiles).
Estos últimos párrafos ponen en articulación estos conceptos que se han venido construyendo con el desarrollo del texto. En primer lugar, se podría decir que la arquitectura y la escultura son artes que operan sobre el vacío. Como lo afirmamos antes, el vacío se entiende como un espacio a priori, como un espacio desprovisto de límites. Al ser excluido o incluido en relación a un límite, muchas veces material como un sólido o inmaterial como la luz, surgen el espacio y la forma. Este vacío limitado establece la dialéctica espacio–forma. Tanto uno como el otro afecta y modifica la constitución de su par. Es por la forma, en su calidad de límite, que surge el espacio del vacío. Así mismo, es el espacio que pone en movimiento la forma que lo configura, determina sus proporciones, mide y ordena sus ritmos. Es en el manejo de esta mutua configuración entre el espacio y la forma que parte la arquitectura.
Les dejamos con un video que casi permite palpar esta relación a través de algunas tomas filmadas en obras clásicas de la arquitectura.